XXXI Marcha a Rota

jueves, 9 de febrero de 2012

LA SAGA DE LOS BORBONES


FAMILIA QUE ROBA UNIDA, PERMANECE UNIDA

LA SAGA DE LOS BORBONES O LOS NUEVOS CORLEONES
Marcos Roitman (Revista Pueblos)

Ya no se trata de ser republicano. Supongo que entre los partidarios de la monarquía como forma de gobierno habitan gentes honestas. Hoy deben estar pasando un calvario.
La Casa de los Borbones se me antoja corrupta y falta de toda ética. Desde los enjuagues del rey Juan Carlos I con el Sha de Irán en los años setenta y más tarde con Manuel Colón de Prado y Carvajal, amiguísimo que actuó como testaferro del monarca en negocios turbios, se han sucedido los casos donde es posible reconocer el sello de la Casa Real. Cada vez que el rey coge el teléfono para interceder, apoyando proyectos de Iberdrola, Endesa, Telefónica, o La Caixa, cobra comisión y recibe tajada.
Sin duda es el ejemplo que recibe su yerno Iñaki Urdangarín, que se ha revelado como todo un caballero en el arte del timo y el fraude.

LA REINA VIAJA A NUEVA YORK PARA REUNIRSE CON AMIGOS Y ADMIRADORES

Ahora entendemos las razones por las cuales sus altezas reales, los duques de Palma, emigraron a Estados Unidos. Era el camino más fácil para no levantar sospechas de corrupción. Mejor hacerse invisible, alejarse del escenario del delito. No ser motivo de habladurías.
Quienes les asesoraron, les dieron un buen consejo. Lamentablemente no ha servido de mucho. Un par de años han sido suficientes para que salga a la luz el cobro de comisiones por más de seis millones de euros, pagados al instituto Nóos, cuyo estandarte era el ex-jugador de balonmano, hoy duque consorte.
Los datos son claros, la SGAE pagó 760 mil euros por gastos de gestión, el presidente del club deportivo Villareal entregó 700 mil, el gobierno de la Comunidad Autónoma Balear, durante el mandato de Jaume Matas, la friolera de 2,3 millones. Suma y sigue, entre 2004 y 2005 recibió fondos públicos por un total de seis millones de euros.
En este pufo han participado empresas como Ford, Toyota, Iberdrola, Bancaja, Volkswagen, el Valencia Club de Fútbol, además de presidentes de comunidades autónomas, políticos del Partido Popular y un amplio elenco de actores menores como despachos de abogados, empresas de publicidad, etc.

...Y ESO QUE SE QUITARON DE ENCIMA AL ESNIFADOR COMPULSIVO

Nada detuvo al Duque de Palma. Su esposa también sabe de los favores que gozó por su apellido mientras realizaba la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.
Le hicieron un itinerario a su medida, eligieron a los profesores, las asignaturas y, de paso, una tutora que más tarde fue recompensada con un título nobiliario y, posteriormente, se le dio un sillón en la Real Academia de la Lengua.
La familia real de los Borbones no tiene empacho, gozan de impunidad, inmunidad y del silencio cómplice de los medios de comunicación, cuando se trata de cubrirles las espaldas. De momento ha sido imputado, vamos a ver hasta dónde llega el ministerio fiscal. El guión está claro, otros asumirán las culpas.
Para los duques de Palma el dinero, para sus cómplices la cárcel. Seguramente eran conscientes del costo que suponía recibir las migajas. Ahora, más que nunca, se hace obligado plantearse si es necesaria o no una monarquía corrupta.

Marcos Roitman Rosenmann es Profesor Titular de Sociología, Universidad Complutense de Madrid.


Los incombustibles Borbones (Por Fernando de Andrade, Escritor).

Cuatro veces los hemos echado (en 1807, 1808, 1868 y 1931), y otras tantas han vuelto. Siempre saben agarrarse al trono, no importan los escándalos que hayan motivado su expulsión. Suelen regresar de la mano de regímenes absolutistas, que los restablecen velis nolis; el último y más claro ejemplo es el actual rey por la gracia de Franco. ¿Está España condenada a borbonitis incurable?







                                                                      Isabel II                                    Alfonso XII
Fernando VII


Alfonso XIII
El monarca sobrepasa a todos sus predecesores en frescura. Me decía hace años un veterano periodista, a propósito del 23-F: “Meridianamente clara está la participación real en el complot; Juan Carlos se retiró de él abandonando sin el menor remordimiento a sus cómplices, pero, ¿qué va a hacer la prensa en un país cuya historia está tan repleta de golpismo militar? No juguemos con las cosas de comer, finjamos que el rey está vestido y encima alabémosle por haber “salvado España. Ufff…”

Muchos de los problemas que ocasionan (y nos ocasionan) los Borbones derivan de la bragueta, pero también de la codicia. Ciñéndonos a la primera, no hace falta que recordemos las hazañas eróticas de Fernando VII (el de los atributos descomunales), de su hija Isabel II (la de los innumerables amantes), de su nieto (ilegítimo) Alfonso XII (cuyas amantes eran expulsadas de España manu militari), del bisnieto Alfonso XIII (que a todos los prostíbulos acudía provisto de sus sábanas negras)… El tátara-tataranieto Juan Carlos ha seguido fielmente la tradición familiar, engendrando hijos ilegítimos a diestro y siniestro, en Mallorca, en Cataluña y en donde hubiera una hembra dispuesta a rendirse a sus (por lo visto) fortísimos encantos… en el fondo, al país le hacen gracia esas aventurillas. Algunas, como Bárbara Rey (qué adecuado el nombre, ¿eh?) han sabido sacar suculentos provechos de su affaire “vendiendo” al propio rey fotos y películas comprometedoras muy expresivas.

Hay que decir que la pobre Sofía ha aguantado sin pestañear. Se habló de su especial amistad con su profesor de gimnasia, pero parece un simple infundio, y también (esto tiene mayores visos) de que en una ocasión, en un acceso de ira ante la poca discreción de su marido, cogió a los niños y se largó con ellos a Londres; el rey habría tenido que enviar un delegado a recomponer la situación. Siempre discreta, para no perturbar al pueblo con esas pequeñeces, pero esto no quiere decir que no tenga sus responsabilidades en el declive de la monarquía: con sus mimos ha acabado convirtiendo el príncipe Felipe, ya de sí muy cortito de mollera, en un niño malcriado, colérico y amorfo, desprovisto de toda iniciativa y convencido de que su gran aportación a la grandeza de la patria consiste en mantener hieráticamente el saludo militar y como mucho leer con voz desprovista de cualquier matiz o emoción los discursos que otros le preparan.

¿Será un día Felipe VI?





En efecto, ¿qué vamos a decir de la conducta del estólido príncipe? Se divirtió todo lo que pudo en su juventud, dejando preñada a su novia Isabel Sartorius. Cuando la madre de la chica telefoneó a la reina para decirle: “Tenemos un problema”, ésta contestó: “No, tenéis un problema”. Eso sí, buscaron un marido de conveniencia para Isabel, para que su niña Mencía no naciera sin padre putativo.


NOVIAS DE SU ALTEZA REAL ;
               




                       

Todos recordamos la imagen de la pobre chica saliendo sola de la clínica con su hijita en brazos… poco después, divorcio y sanseacabó, las formas guardadas. La familia real, siempre tan recta y digna, tras esta comedia ha procurado bajo mano buscar un acomodo profesional y económico para Isabel. Mas, ¿qué sucederá cuando Mencía sea mayor de edad? Igual le da por reclamar el trono… a fin de cuentas, en la legislación actual, los hijos ilegítimos tienen los mismos derechos que los legítimos, y hacerse una prueba de ADN es muy fácil…

Pero dejemos a Isabel, y, para no hacernos pesados, comentemos una sola más de las novias del principito: Eva Sannum, tan criticada por estar sus padres divorciados y por haber anunciado ropa interior. Hay que ver… poco sospechaban lo que vendría después. El caso fue que, por imperativo paterno, el noviazgo se deshizo sólo porque la chica había asistido a una boda con un vestido “poco conveniente”… hay que ver qué formales son nuestros reyes, cuando Juanca no vacila en dejarse tirar vestido a la piscina por sus amiguetes para celebrar sus victorias en la vela, que tanto recuerdan las pescas atuneras del Caudillo.

Llegó al fin la definitiva, Letizia (así se autodenominaba Leticia, suponemos que habrá cambiado su nombre en el Registro Civil). Por cierto, intente Ud. cambiar el suyo y ya verá, a menos que concurran graves razones… suponemos que el capricho de la chica es una de ellas.


Su historia ha sido estudiada y bien estudiada. ¿Los padres de Eva eran divorciados? No quieres caldo, tres tazas; ella misma era divorciada del escritor Alonso Guerrero. Se habla de innúmeras aventuras previas suyas. Ciertas o no, ahí está la foto (o pintura) que le tomó el cubano Waldo Saavedra en su larga estancia en México (fue portada del disco de Maná Sueños Líquidos). Si era o no su amante, si lo fueron Carlos Francino, David Tejera y otros más, es opinable. A fin de cuentas, todos los príncipes y reyes borbónicos lo han vivido. Pero no cabe duda de su mando sobre el príncipe, ya manifestado en el día en que fue presentada a la prensa (“¡Déjame hablar a mí!”).

Después tuvo ocasión de demostrar su inexperiencia paseándose en una recepción oficial mexicana mientras sonaba el himno del país… pero todo esto no es grave. Sí lo fue cuando en el atentado terrorista del 11-M que costó a España doscientos muertos, le faltó tiempo tras los actos oficiales para marchar al Caribe a participar en un crucero con gente guapa de allí.

Peor había sido todavía la actitud del dominadito príncipe para conseguir casarse con ella. Sin duda despechado por el episodio de la Sannum, con Leticia decidió pegar un puñetazo sobre la mesa, no acudiendo al desfile del Ejército, a lo que estaba patriótica y protocolariamente obligado. Pero los papás de Felipe, tan exigentes con Eva, tragaron bilis esta vez ante la amenaza de abdicar del chico, como un Eduardo VIII cualquiera. La reina, sembradora de vientos, recogió tempestades, y poniendo al mal tiempo buena cara, se obstinó en mostrar con su futura nuera una complicidad tan excesiva como innecesaria. Así, pues, boda y sanseacabó.

Las otras dos hijas de los reyes… ¡ay!, parece que el ejemplo paterno les tira. La mayor, Elena, se pirraba por los buenos mozos, a poder ser caballistas (claro está que también gustó de ellos), y hubo que hacer todo tipo de trapicheos para hallar un candidato, que hizo a la chica tan poca gracia como a Isabel II le hiciera en su día su invertido cónyuge, Francisco de Asís (“Paquita”). Hay que añadir su demasiado impulsivo carácter y, sobre todo, su dudosa salud mental, puesta de manifiesto en innumerables incidentes y, sobre todo, en la mismísima redacción de la Constitución española, en la que se dio preferencia para el trono a los varones en previsión de la eventualidad de que ella pudiera ser un día reina de España (el tema trae cola últimamente).

Había que encontrar un personaje dócil. Tras numerosas gestiones, se consiguió traer al poco agraciado Jaime de Marichalar de París, donde se dedicaba a trabajos equivalentes a telefonista o sacafotocopias para su empresa, pero al menos procedía de una familia de alcurnia, venida a menos pero apta para alternar con la realeza. Se le dio un título y una sinecura (los dignos reyes no paraban de moverse), pero el chaval se aficionó demasiado a la droga, y un achuchón lo dejó para el arrastre. Menos mal que una herencia imprevista le libró de la familia real, se divorció y adiós muy buenas. Con todo, dicen las malas lenguas que no dejó de sacar tajada de su separación… y parecía tonto el chico.

Todo esto es llamativo, pero, repetimos, la corte española se ha distinguido siempre por su amor a la opereta. Reyes y reinas divorciados, adulterios, meteduras de pata, alcaldadas, abundan tanto en nuestra historia que forzosamente deben ser considerados como gajes del oficio monárquico. Pero el caso de Cristina y su maridito es especial.

Entró en acción esta segunda hija de los reyes, la que parecía más discreta. Al menos procuraba mantenerse en segundo plano, viviendo en Barcelona en una sinecura proporcionada por La Caixa (alguien me aseguró que para ello hubo que despedir previamente a la chica que ocupaba el cargo, pero no me consta). En todo caso, más disimulado, también ella tenía el latiguillo borbónico de la incontinencia.


En el club de balonmano de la ciudad condal jugaba un buen chico, aunque no precisamente un Einstein: Iñaki Urdangarín, quien vivía con su novia (de iniciales C. C., de Puigcerdà) desde hacía años. Los dos proyectaban casarse y para ello montaban una peluquería (pagada al parecer por la familia de la chica), para que Iñaki, un tanto cabeza loca y cargado de deudas, sentara cabeza de una vez. Pero se cruzó en su camino Cristina, quien fue rápidamente presa de furor uterino.

No dejó de hacerse la encontradiza (en el Puerto Olímpico muchos la recuerdan con unas copas de más y persiguiéndole descaradamente). Iñaki no vaciló ante el acoso y tomó el dulce. En poco tiempo rompió con C. C., y la familia real, ésa tan digna, pagó sus deudas para hacer posible el enlace (anécdota: rechazaron escandalizados la proposición de alguien que quería diseñarle un escudo donde figuraba una pelota). Al chico le nombraron duque, le adjudicaron (como antes con Marichalar) algunos sillones en consejos de administración…

Aquí diríamos “colorín colorado”. Pero resulta que no. Los pobres jóvenes (sin darse cuenta, faltaría más) se metieron en negocios poco claros, de los que resultaban transferencias a sus cuentas corrientes de algunos millones de euros. Los desfalcos fueron rápidamente conocidos, y la familia real trató de ocultarlos, aunque, como siempre, guardando en lo posible las formas. De momento los consortes abandonaron su cómoda casa de Barcelona, pagada con el dinero que es de suponer, y se trasladaron a Washington, más lejos de Madrid que la ciudad condal, esperando que la tormenta amainara.

Pero, ¿quién lucha hoy contra Internet? Cuando el rey fue operado en Barcelona, Urdangarín realizó un viaje relámpago desde Washington para visitar a su suegro, pero éste, aunque le recibió, no quiso fotografiarse con él.

Iñaki y Cristina.

El escándalo ha crecido, y hoy es ya un tsunami que amenaza con engullir la misma institución monárquica. Los reyes tratan de soltar lastre apartando a Urdangarín de los actos de la familia real, olvidando que su esposa figura en las mismas sociedades que él. ¡Siempre el decoro real! Urdangarín (mejor dicho su abogado) dice que está “profundamente dolido y ofendido” mientras capea el temporal. Cristina permanece muda. Los príncipes jamás se exhiben juntos en público en Washington, y los ambientes realistas (especialmente en los programas basura de TV) han iniciado una furibunda campaña resumida en “Pobre chico, no sabía lo que hacía, pero es bueno en el fondo, y desde luego su esposa nada tiene que ver”.


¿Qué resultará de todo esto? Pues nada. El pueblo español soportó en su día los escándalos de Isabel II, la inconsciencia de Alfonso XII, la estúpida arrogancia de Alfonso XIII y la superficialidad (usamos el adjetivo más suave posible) de Juan Carlos I. Un significativo apunte: Diego Torres, el socio de Urdangarín, ha sido imputado, el exbaloncestista no. Pasará el tiempo, el tema se irá olvidando y cuando llegue el juicio (si llega) estará disuelto como un azucarillo (recuérdense los trajes de Camps, los donativos de Pepiño, etc.).

A lo sumo el matrimonio se separará “cumpliendo cada uno con su deber”, y al final va a resultar que ambos son unos patriotas. Como mucho Urdangarín será apartado (aunque sin devolver el dinero), y Cristina se hará la mártir. “Pobrecilla (dirán las revistas del corazón), ha tenido que separarse dolorosamente de su marido, tan mal aconsejado”. Y aquí paz y después gloria.

¿Alguien cree que tras todo esto la República está más cerca? No mientras siga reinando el pasotismo entre el pueblo. Muchos tienen interés en la pervivencia de Franco.


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Los príncipes de Asturias hacen uso de la polémica herencia que les dejó un menorquín






Los Príncipes de Asturias visitarán el próximo miércoles dos de los centros de la Fundación para Personas Discapacitadas de la Isla de Menorca (FPDIM), a la que han destinado la herencia que les dejó el inversor menorquín Juan Ignacio Balada, y que de momento asciende a 95.000 euros.
Don Felipe y Doña Letizia, que desde un principio anunciaron que dedicarían lo que les correspondiese del legado del empresario a fines de interés social, fueron, junto a los ocho nietos de los Reyes, los beneficiarios del cincuenta por ciento de los bienes de Balada, fallecido el 18 de noviembre de 2009.

Los Príncipes conocerán el 2 de marzo las instalaciones de la Fundación en Mahón y en Ciudadela y comprobarán los proyectos que desarrolla con personas discapacitadas físicas o psíquicas, y a la que, además de los 95.000 euros que les han correspondido a los Príncipes, la Fundación Hesperia entregará otros 45.000.
Durante su estancia en la isla, recorrerán el Centro Polivalente Carlos Mir, equipado para tratar a personas con discapacidad intelectual y física, y después se trasladarán al Centro Especial de Ocupación.

Una nueva fundación

Juan Ignacio Balada solicitaba en su testamento al Heredero de la Corona y a su esposa que dedicasen el otro 50% de su legado a crear una Fundación de interés general, que los Príncipes constituyeron el 29 de agosto de 2010, con el nombre de Hesperia.
La Fundación Hesperia, en su plan de actuación para el año 2011, ha aprobado la realización de cuatro proyectos por un importe total de 180.000 euros, con los que comienza a invertir la parte de la herencia recibida de Balada.

Una herencia cuestionada

La herencia del empresario, una vez restados deudas y gastos, alcanza una cantidad neta de 9.832.995,42 euros.
Una vez satisfechos los impuestos de Sucesiones, a cada uno de los herederos de Balada -los Príncipes y los nietos de los Reyes- les corresponden aproximadamente 70.000 euros, según la valoración provisional realizada en mayo de 2010, aunque a día de hoy el efectivo que suponen las dos partes dejadas a los Príncipes es de 95.000 euros.
Los padres de los nietos de Don Juan Carlos y Doña Sofía administrarán, tal como marca la ley, los bienes que les legó Balada a sus hijos hasta que sean mayores de edad y decidan el destino de la herencia.
Juan Ignacio Balada era hijo único de la farmacéutica Catalina Llabrés y del empresario Ramón Balada. Residía en Menoría, su ciudad natal, donde están ubicadas la mayoría de sus propiedades inmobiliarias.
Su voluntad de dejar su herencia a los Príncipes y a sus hijos despertó cierta polémica hasta que se conoció la intención de Don Felipe y Doña Letizia de donarlos a fines solidarios. El legado para los niños, sin embargo, no podrá tocarse todavía hasta su mayoría de edad.

Y ahora si, colorín colorado, este cuento se ha acabado. 

OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

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